sábado, 13 de diciembre de 2008

Mega-Vogue, Mario Testino en San Ildefonso


Siguiendo la tendencia de los crossovers arte-cultura popular, se expone en el Antiguo Palacio de San Ildefonso la muestra individual de Mario Testino: Portraits; éste fotógrafo, nacido en Lima, se formó en Londres donde hacia books para modelos por 25 libras durante los 70 y es hoy uno de los más cotizados del ambiente fashion.
Lejos de considerar la fotografía de moda como arte, Testino habla de su trabajo como un logro más visual que intelectual; colaborador habitual de Vogue, The Vanity Fair, L'Uomo y realizador de campañas para Burberry, Calvin Klein y Versace, entre otros, Mario Testino es sinónimo de chic.
La exposición está dividida en dos secciones temáticas: por un lado, Moda y, por el otro, Celebridades que, a su vez, contiene subsecciones dedicadas a Madonna, la familia real británica y a Gwyneth Paltrow.
El catálogo que acompaña a la exposición resume acertadamente la selección de retratos: "… defines the utra-A-list of our celebrity –conscious age– those whose names have become the hallmarks, almost the logos, of the Century turning.", ciertamente, se logra mostrar una colección de rostros transformados marcas y copyrights figurando un mosaico en el cual cada una de las piezas es obra de otro, un otro que es simplemente la convención social vigente que se autoafirma reproduciéndose.
El espectador, al entrar a las salas de exhibición de San Ildefonso, se percibe a sí mismo como si caminara entre las páginas de una imaginaria edición de Vogue para gigantes; o de estar flotando por el periférico justo a la altura de los anuncios espectaculares, mirando a una distancia casi pornográfica las bellas efigies de Jude Law, Angelina Jolie, Cameron Diaz, Gael García, Brad Pitt o los no tan bellos, pero igualmente glamorosos, rostros de los Rolling Stones o de Anna Wintour; o mejor aún, como mosquito en errante vuelo sobre el papel de la misma revista que más tarde lo amenazará. Este efecto de sobrerrealidad es posible gracias a escala de las ampliaciones (muchas de ellas de más de 2 m.) y a la extrema saturación cromática.
El ojo malicioso de Testino tiende a homogenizar a sus modelos (color, mirada a la cámara, composiciones simples…) en pro del mantenimiento del canon de belleza y glamour contemporaneos (¡y vaya que lo logra!… hacer parecer atractivo a Carlos de Inglaterra no es poca cosa). En esta muestra la individualidad es excepción, la estética de la copia, tan cara al Pop-Art y a sus epígonos, es confirmada en un viaje de ida y vuelta entre la publicidad y el museo.
El título de la muestra es un tanto retador…Portraits, retratos sí, una suerte de retratos antipsicológicos, retratos de la neurótica puesta en escena de lo chic, de lo imitable, de lo deseable, retratos esterilizados de cualquier gesto de espontaneidad genuina, de toda subjetividad, retratos del montaje de ilusiones que es puesto en marcha gracias al concurso de empresarios, editores, maquillistas, accesoristas, vestuaristas, líderes de opinión, fans y –last but not least– estrellas que se dejan cazar por la precisión telescópica de la mirada del fotógrafo.
Testino paga el cover al Parnaso, barnizado de glitter, en el que departen alegremente Avendon, Penn o Newton. ¡Salud por el ilusionista!
(Líbido, diciembre-enero 2006)

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