sábado, 13 de diciembre de 2008

Frida y el Neomexicanismo




El actual homenaje nacional a Frida Kahlo confirma que la coyoacanense es algo más que una artista plástica importante, es, nos guste o no, un ícono de la cultura nacional el cual ese ha costituido desde hace tiempo como una mercancía más que exportable (todavía está reciente que ARCO , una de las más importantes ferias de arte, en su edición dedicada a México, tuvo como pieza estrella Las dos Fridas); en el mercado sus obras llegan a precios insultantes que, a mi parecer, no reflejan su calidad artística (hace algunos años, cuando asistí a una subasta de Arte Latinoamericano en Sotheby's, me llevé la mayor de las sorpresas al que que un pequeño medallón firmado por Kahlo se vendía mucho más caro que unas magníficas sandías de Tamayo); sus biografías y películas gozan de gran éxito entre el público (de hecho, más de una actriz ha revivido o mantenido su carrera montándose en el carro de Frida). Todavía me resulta difícil comprender porque Frida goza de mayor ascendente que Rivera u Orozco… definitivamente, su fama se funda más que en su pintura, en su biografía. Es un hecho que el solo nombre Frida Kahlo tiene un aura particular y fascinante.
A pesar de sus deficiencias de factura (tal vez justificados por su circunstancia), Frieda es, sin duda, una gran imaginadora, es en este ámbito donde se puede ubicar su gran aportación al arte mexicano.
Quizá es en el Neomexicanismo donde aparece con mayor claridad la influencia de sus imágenes y de su actitud vital.
Vayamos por partes: en lo formal Kahlo creó una conjunción de interpretaciones de la tradición popular mexicana (indumentaria, ex-votos, etc.), de la historia del arte (por ejemplo de los paisajes simbólicos del renacimiento y manierismo: Mis abuelos, mis padres y yo, Autorretrato en la frontera de México y Estados Unidos, etc.), además del estilo de las ilustraciones científicas (ella misma quería ser bióloga), todo esto siempre alrededor de la propia figura y con un estilo desgarbadamente naif.
Todos estos motivos están presentes en la obra de varios neomexicanistas: es evidente la importancia del esquema anatómico en Enrique Guzmán o Adolfo Patiñó, las composiciones influenciadas por los ex-votos son abundantes en Patiño, Nahum Zenil o Eloy Tarcisio, toda la corriente se nutre de la revisión constante de la historia de arte y los autorretratos son muy abundantes, por último, el estilo naif es casi una norma (con alguna excepción, la más notable: Carla Rippey), a estos rasgos los neomexicanistas agregaron su propia versión de la cultura pop puesta en boga por Warhol y sus coetáneos:junto con los símbolos y tradiciones patrias (la bandera, la virgen de Guadalupe, el nopal, la lotería, etc.) conviven referencias y objetos de consumo mexicanos (intrínsecamente kitsch) y en medio de estas esferas de significación hacen flotar a Frida quien sirve como gozne puesto que no es ni totalmente símbolo patrio y tampoco absolutamente objeto de consumo.
Sin embargo, es en lo conceptual donde se pueden apreciar las relaciones más interesantes, pues la pintora comunista armó con su propia figura una rebelión subterránea (si recorremos con cuidado su obra, notaremos que son más las diferencias y oposiciones que las coincidencias con la Escula Mexicana de Pintura) tendiendo puentes entre lo político y la intimidad, es decir, entre la fantasía y la responsabilidad política; fue ella quien puso en el centro del debate al cuerpo (y aquí la correspondencia entre cuerpo físico y social es más que oportuna) y también "sacó del closet" a la sexualidad femenina.
Este es el legado que tomaron los neomexicanistas , quienes lo actualizaron y enriquecieron en los 80, en ellos el "fridismo" se manifiesta como la emergencia de la identidad gay, del propio cuerpo como derrotero político, de la autoexposición de la sexualidad como interpelación de los valores nacionales, al tiempo que tensa la cuerda entre cosmopolitismo y nacionalismo, entre lo antiguo y lo moderno, entre Cultura y cultura.
Visto lo anterior, y a pesar del aroma mercadológico que rodea al Homenaje Nacional, sí vale la pena brindar por Frida y sus herederos, pues es ahora, mientras surgen voces oscurantistas y soplan vientos de retroceso, cuando se necesita más la rebeldía crítica y lúcida que ha caracterizado estos artistas. ¡Salud!
(Libido, septiembre-octubre 2007)

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