sábado, 13 de diciembre de 2008

Había un hombre que soñaba a un hombre que soñaba a un hombre que soñaba… Rodney Graham en la Colección Jumex



La Colección Jumex es, desde la década pasada, uno de los más importantes espacios de arte contemporáneo del país; en el corazón de la planta industrial procesadora de jugos y néctares se aloja un acervo de de destacados artistas nacionales e internacionales. La Colección, en muy poco tiempo, ha logrado ser un actor estelar en los circuitos del arte contemporáneo nacional, ya que -además de comprar y exhibir- patrocina (a galerías, museos, estudiantes y artístas), comisiona y difunde arte. La Colección cuenta con obra -recientemente adquirida- de uno de los artistas multidiciplinarios más significativos de la escena actual: Rodney Graham (Canada, 1949) -dibujos, videos y películas- a quien no es aventurado ubicar como "paisajista postmoderno". La obra de Graham, quien también es músico, está atravesada por un diálogo recurrente con la tradición romántica: el paisaje pictórico, especialmente el alemán, la música y la filosofía; pero lejos de adoptar un tono simplemente meláncolico o de admiración, tiende puentes entre la narrativas contempóraneas y las del siglo XIX.
El tiempo como noción de irregularidad ha sido el tema toral durante toda la trayectoria de Graham, y es precisamente de lo que tratan las piezas de Jumex: una trilogía de películas virtuosamente realizadas -de entre cinco y diez minutos cada una-: "How I became a Ramblin´man" (1999), "Vexation Island" (1997) y "City Self Country Self" (2000), dos videos: "Halcion Sleep" (1994) y "Phonokinestoscope" (2001) y la documentación de los proyectos.
El artista se vale de códigos audiovisuales legitimados -los de las películas de "época"- para hacer narraciones "redondas", tomando los estereotipos que el cine ha establecido sobre algunos tópicos decimonónicos: el naúfrago, el "english gentleman" y el "cowboy", sigue el estilo de las megaproducciones, pero se aleja de la linealidad narrativa de este tipo de cine planteando historias circulares que hacen recordar y repensar al espectador el concepto de "eterno retorno". Todas las piezas de la exposición funcionan como "paseos", ya sea al ritmo de perezosas nubes, ídilicos arroyos o simplemente de quien camina pausado y distraido, consiente de que su figura forma parte del paisaje; la trilogía, en la que no se dice ni una sola palabra, nos muestra a un sujeto-repetición -el artista mismo- que se inserta en el tiempo como una arruga en un paño estirado; por ejemplo, en "Vexation Island", un naúfrago yace incosciente en la playa de una pequeña isla desierta mientras una guacamaya -que parece que hubiera estado ahí desde siempre- lo observa, el azul intenso del mar y del cielo contrasta con la blancura de las nubes que se mueven lentamente, así como el hombre contrasta con la tupida selva y con el ave, pasan los minutos y solo pasan los cirros, ¡por fin! el hombre despierta, se pone de pie e intenta hacerse de un coco sacudiendo una palmera, cuando el fruto se desprende el tiempo se "estira" -por medio de los recursos técnicos del cine- topándose con el individuo - quien produce una arruga-huella - de la misma manera que el coco se topa con la cabeza del artista, el hombre cae noqueado y entonces, otra vez, un naúfrago yace incosciente en la playa…
Para comprender mejor la poética de Graham, es necesario convocar a Richard Wagner en cuyas piezas -a partir de "Tristán e Isolda"- la música se desarrolla sin interrupciones y sin divisiones formales en recitativos, arias, etc., para lograr esta continuidad el músico alemán emplea el "leitmotiv" o motivo conductor, la impresión que obtiene es de "melodía perpetua", este tipo de melodía es precisamente el territorio desde el que se mueve Graham, quien establece "crossovers" que van de la música a la plástica, el artista "traduce" creativamente el cromatismo wagneriano a visualidad y movimiento. Otra estrategia de interpretación está presente en los dos videos documentales, en los cuales el artista presenta la apariencia exterior de los "viajes" de LSD en "tiempo real" -duran aproximadamente cuarenta minutos-, la cámara fija muestra en blanco y negro a Graham paseando en bicicleta o durmiendo en el interior de un auto, no pasa nada que no sean las monótonas luces de la ciudad, pero está continuamente presente la poderosa sugerencia de que al interior del sujeto pasa todo…
Los "paisajes mentales" del artista canadiense son una apuesta vital y afirmativa por la continuidad crítica de la tradición, una apuesta por los poderes de la ficción creativa como generadora de sentido, que -en estos tiempos de charlatanería y solipsismo postconceptualistas- aparece como pecios en medio de las verborreicas -y muchas veces crípticas- corrientes del arte contemporáneo.
(Libido, marzo-abril 2007)

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